Lecturas de hoy viernes 29 de julio 2022
Primera lectura de la primera carta del apóstol san Juan 4,7-16.
Hermanos, amémonos unos a otros, porque el amor viene de Dios, y el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no siente amor no conoce a Dios porque Dios es amor. En esto se expresa el amor de Dios por nosotros: en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. Aquí está el amor: no es que amemos a Dios, sino que Él nos amó y envió a su Hijo para perdonarnos por nuestros pecados. Amigo mío, si el Señor nos ha amado de esta manera, también debemos amarnos los unos a los otros.
Nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos, Dios está en nosotros y su amor ha alcanzado su plenitud en nosotros. En esto sabemos que estamos en él, y él está en nosotros, y en él nos ha dado el Espíritu Santo. Hemos visto y testificado que el Padre envió a su Hijo para ser el Salvador del mundo. Quien confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, Dios habita en él y él está en Dios. Conocíamos el amor de Dios por nosotros y confiábamos en ese amor. Dios es amor, y el que permanece y vive en el amor vivirá en Dios y Dios en él.
Salmo: 33, 2-3. 4 y 6. 9 y 12. 14-15. Al Señor bendigo en todo momento.
Al Señor bendigo en todo momento,
su alabanza, siempre estará en mi boca;
mi alma se gloria en el Señor:
que los que son humildes lo escuchen y se alegren.
Proclamen conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.
Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
de sus angustias, él lo escuchó y lo salvó.
El ángel del Señor acampa en torno
a quienes lo temen y los protege.
Gusten y vean qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.
Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les hará falta a los que lo temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
de nada carecen los que buscan al Señor.
Evangelio de hoy viernes 29 de julio 2022, evangelio según san Juan 11, 19-27.
En ese momento, muchos judíos acudieron a Marta y María para llorar la muerte de su hermano Lázaro. Y cuando Marta oyó que Jesús venía, salió a su encuentro. Pero María está en casa. Marta le dijo a Jesús: “Señor, si aquí hubieras estado , mi hermano no se hubiera muerto. Pero incluso ahora, estoy segura de que Dios te dará todo lo que pidas”.
Y Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. “se que al final del día sería resucitado”, replicó Marta. Y dijo Jesús: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muriera, vivirá en mi. Pero el que vive y cree en mí, no morirá para siempre”. ¿crees eso? Ella respondió: “Sí, señor. Creo firmemente que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que vino al mundo”.
Comentario del evangelio de hoy
Cuando muere un ser querido, experimentamos un gran dolor y, al mismo tiempo, vemos la gloria de Dios. Sabemos que Dios es vida y da vida, pero aquí observamos la majestuosidad de su muerte. El amigo de Jesús, Lázaro, murió y Jesús pudo haberlo salvado, pero optó por experimentar nuestro dolor y demostrar la autoridad de Dios sobre la muerte. En esta lectura, vemos cómo la omnipotencia de Dios y la fe del hombre se unen y finalmente se unen.
Palabras finales
En su conversación con su amigo Lázaro, Jesús hace una afirmación sorprendente: “Yo soy la resurrección y la vida. El que crea en mí, aunque muera, vivirá, y el que no crea en mí, morirá. Aquí radica la diferencia entre un creyente y un no creyente: quien vive creyendo en mí no morirá nunca”.
Cuando Jesús dijo esto a su amigo Lázaro, que se estaba muriendo, el mundo se convirtió en un lugar diferente. Lo que significaba estar muerto ya no era un estado final al que temer, sino una transición en la que todos podíamos entrar. Esta es la promesa que Jesús ofrece a todos los que creen en él.
Esta lectura nos recuerda que actualmente todos vivimos en un mundo dominado por la muerte. Vivimos en un planeta en el que no sólo un tercio de la superficie está cubierto de agua, sino que casi tres cuartas partes de la superficie están cubiertas de petróleo. Aún más asombroso es el hecho de que se estima que la mitad de las reservas de petróleo del mundo se habrán agotado a estas alturas del siglo XXI. Nos matamos por poder, por dinero, por recursos. Matamos por placer. Matamos porque tenemos miedo. Matamos porque nos aburrimos o porque no tenemos otra forma de gestionar nuestras emociones. Incluso matamos cuando se trata de nuestra relación con Dios.
Pero este no es el camino de Dios. Dios no tiene miedo de la muerte. Dios no tiene miedo de ninguna transición. Y Dios no tiene miedo de
