Lecturas de hoy 10 de junio 2023.
Primera lectura de hoy del libro de ‘Tobías 12, 1. 5-15. 20’.
Después de la boda de Tobías y Sara, Tobías llamó a su hijo Tobías y le dijo: “Pagaremos la deuda que le debe la persona que te acompañó contigo, y se la pagaremos bien”. Toby Yass llamó a Raphael y le dijo: “Acepta la mitad de todo lo que trajimos como recompensa y vete en paz“. Entonces Rafael los llevó a ambos aparte y les dijo:
“Alaben a Dios y alábenlo ante todos los vivos por lo que ha hecho por ustedes, y canten alabanzas para alabar su nombre. ¡Declaren las obras del Señor, háganlas!” no dejes de conocerlos. Es bueno preservar los secretos del rey, pero mejor proclamar las obras del Señor en publico. Haz el bien y el mal no te afectará. La oración y el ayuno van de la mano, la limosna y la justicia van de la mano.
Es inmensamente mejor hacer un poco de bien que hacer demasiado mal. Acumular riqueza no es tan bueno como dar. Dar salva de la muerte y limpia todos los pecados. El que da gracia vive mucho; el pecador y el impío son sus propios enemigos. Te diré toda la verdad y no te ocultaré nada. Os acabo de decir que es bueno guardar los secretos del rey, pero es mejor proclamar y celebrar las obras del Señor.
Entonces sepan que cuando ustedes, Tobías y Sara, oraron, oré sus oraciones al Señor de la Gloria en memoria; y cuando tú, Tobías, enterraste a los muertos, él también. Me enviaron a ver cómo estabas porque te levantaste sin dudar, dejaste la comida y fuiste a enterrar a los muertos. Dios me ha mandado como un enviado de nuevamente para curarte a ti y también a tu nuera llamada Sara. Soy Rafael, uno de los siete santos ángeles ante el Señor de la Gloria. Por tanto, dad gracias al Señor de la tierra y alabad a Dios. En mi caso, vuelvo al que me envió. Anotas todo que te pasa. Luego desapareció.
Salmo responsorial de hoy 13. Bendito sea Dios, que vive eternamente.
Él azota y se compadece,
hunde hasta el precipicio y saca de él,
y no hay quien se fugue de su mano.
Bendito sea Dios, que vive eternamente.
Veréis lo que hará con vosotros,
le daréis gracias a boca llena,
bendeciréis al Señor de la justicia
y ensalzaréis al rey de los siglos.
Bendito sea Dios, que vive eternamente.
Yo le doy gracias en mi cautiverio,
proclama su grandeza y su poder a un pueblo pecador.
Bendito sea Dios, que vive eternamente.
Convertíos, pecadores,
obrad rectamente en su presencia:
quizá os mostrará benevolencia
y tendrá compasión.
Lectura del santo evangelio según san ‘Marcos 12, 38-44’.
En ese momento, Jesús enseñó a la multitud: “¡Cuidado con los escribas! Les encanta andar en cilicio y adorar en las calles; buscan honor en las sinagogas y un lugar destacado en la fiesta para orar largamente. Esta gente será castigada muy severamente”. Una vez, Jesús se sentó en el tesoro del templo y observó cómo la gente ponía dinero en él.
Muchas personas ricas dan generosamente. En ese momento llegó una viuda pobre y arrojó dos monedas pequeñas de valor insignificante. Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: “Os digo que la viuda pobre tiene más dinero en su alcancía que nadie. Porque otros la han abandonado, pero ésta ha invertido en su pobreza todo lo que necesita para vivir”.
Reflexión sobre el Evangelio según san Marcos 12, 38-44: La Generosidad de la Viuda Pobre:
Enseñaba Jesús a la multitud, y en medio de sus enseñanzas, hizo una advertencia sobre los escribas, aquellos que ostentaban su poder y posición. Estos hombres buscaban ser admirados y honrados por todos, vestidos con ropajes elegantes, ocupando los lugares más destacados en las sinagogas y disfrutando de los primeros puestos en los banquetes. Además, aprovechaban la fragilidad de las viudas para obtener beneficios personales, utilizando largos rezos como una fachada de devoción. Jesús advierte que recibirán un castigo riguroso por su hipocresía y su aprovechamiento despiadado.
En ese contexto, sucedió algo que captó la atención de Jesús. Sentado frente a las alcancías del templo, observaba cómo la gente depositaba sus donativos. Muchos ricos se acercaban y daban generosamente, ofreciendo grandes sumas de dinero. Pero entonces se acercó una viuda pobre y depositó dos monedas de muy poco valor. Jesús, llamando a sus discípulos, les dijo algo sorprendente: “Les aseguro que esta pobre viuda ha dado más que todos los demás. Porque los demás han dado de lo que les sobra, pero ella, en su pobreza, ha dado todo lo que tenía para vivir”.
Este pasaje del Evangelio nos invita a reflexionar sobre la generosidad desinteresada y el verdadero valor de nuestras acciones. La viuda pobre no tenía mucho que ofrecer en términos materiales, pero su corazón rebosaba de amor y confianza en Dios. En su acto de dar, ella demostró una entrega total, poniendo su confianza en el Señor y confiando en su provisión.
A diferencia de los ricos que daban de lo que les sobraba, la viuda dio todo lo que tenía. Su donación, aunque pequeña en términos monetarios, fue inmensa en términos de sacrificio personal. Su gesto reveló una fe profunda y una generosidad sin reservas. En contraste con los escribas, que aparentaban ser piadosos pero en realidad buscaban su propio beneficio, la viuda pobre se entregó completamente al servicio de Dios.
Esta historia nos desafía a examinar nuestra propia generosidad y motivaciones. ¿Damos de manera desinteresada y con un espíritu agradecido, o nuestras acciones están impulsadas por el deseo de reconocimiento y prestigio? ¿Estamos dispuestos a sacrificar algo de nosotros mismos en beneficio de los demás?
Aprendamos de la viuda pobre y su ejemplo de entrega sincera. No se trata de la cantidad de lo que damos, sino de la actitud del corazón al dar. Dios valora nuestras ofrendas cuando las entregamos con amor y generosidad, incluso si parecen insignificantes ante los ojos del mundo. Que su ejemplo nos inspire a dar de manera desinteresada, confiando en la provisión divina y colocando nuestras vidas al servicio de los demás.