Lecturas de hoy 14 de febrero 2024

por LaFeCatolica
Lecturas de hoy 14 de febrero 2024

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Lecturas de hoy 14 de febrero 2024.
Primera lectura de hoy de la profecía de ‘Joel 2, 12-18’.

Esto es lo que el Señor dice: “Aún hay tiempo. Vuélvete a mí de todo corazón, con ayuno, lágrimas y llanto. Llora tu corazón, no tu ropa. Volveos al Señor nuestro Dios, porque Él es compasivo y misericordioso, lento para la ira, rico en amor, me mudé por mala suerte. Tal vez se arrepienta, sentirá lástima por nosotros y déjanos una bendición. ¿Quién puede hacer ofrendas y ofrendas de vino? Al Señor nuestro Dios. Tocad trompeta en Sión y proclamad ayuno, celebrar una conferencia, reunir gente, santifica la reunión, reúne a los ancianos, atrae a los niños, incluso a los bebés.

Deja que el novio salga de la habitación. Y el dormitorio de los novios. ‘Entre el vestíbulo y el altar que lloren los sacerdotes’, que digan los ministros del Señor: ‘Señor perdona, perdona a tu pueblo, y no dejes tu herencia en manos de la burla de las naciones. No diga el pagano: ¿Dónde está el Dios de Israel? Dios está lleno de entusiasmo por su país. Tuvo misericordia de su pueblo.


Salmo responsorial de hoy 50, 3-4. 5-6ab. 12-13. 14 y 17. Misericordia, Señor: hemos pecado.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Misericordia, Señor: hemos pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti sólo pequé,
cometí la maldad en tu presencia.
Misericordia, Señor: hemos pecado.
Oh, Dios, en mí crea un corazón limpio,
renuévame por dentro con espíritu firme.
No me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Misericordia, Señor: hemos pecado.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.


Segunda lectura de hoy de la segunda carta del apóstol san Pablo a los ‘Corintios 5, 20–6, 2’.

Hermanos: Somos embajadores de Cristo, y a través de nosotros parece que Dios mismo os predica. ‘En nombre de Cristo os pedimos que se dejéis reconciliar con Dios’. Al quien nunca cometió pecado, Dios lo hizo por nosotros que nunca hemos pecado, para que cuando seamos uno con Él, podamos recibir la salvación de Dios y llegar a ser justos y santos. Como trabajadores de Dios, les pedimos que no caigan en oídos sordos. Porque dice el Señor: En el tiempo de la aceptación te escuché, y en el día de la salvación te ayudé. Bueno, ahora es el momento. Ahora es el día de la salvación.


Evangelio de hoy:
Lectura del santo evangelio según san ‘Mateo 6, 1-6. 16-18’.

En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos: “Cuidado con hacer obras de justicia delante de la gente. De lo contrario, vuestro Padre Celestial no os recompensará. Por tanto, cuando deis limosna, no toquéis la trompeta, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles para alabar. Te aseguro que has recibido tu recompensa. Cuando des caridad, no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha, para que tu caridad quede en secreto.

Y vuestro Padre que observa en secreto os recompensará. Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas que gustan ponerse de pie y orar en las sinagogas y en las esquinas de las calles para que la gente vea. Te aseguro que has recibido tu recompensa. En cuanto a ti, cuando vayas a orar, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora delante de tu Padre que está en secreto. Y vuestro Padre que observa en secreto os recompensará.

Cuando ayunes, no pongas triste tu rostro, como los hipócritas que desprecian sus imágenes, para que la gente sepa que estás ayunando. Te aseguro que has recibido tu recompensa. En cuanto a ti, cuando ayunes, lávate la cara y úngete con ungüento, para que no sepan que estás ayunando, sino que es tu Padre el que está en secreto. Y vuestro Padre que observa en secreto os recompensará.


Reflexión del evangelio san Mateo 6, 1-6. 16-18:

El pasaje del evangelio de San Mateo nos invita a reflexionar sobre la autenticidad de nuestras acciones. Jesús nos enseña que la verdadera piedad no se practica para ser vistos por los demás, sino que se realiza en la intimidad de nuestro corazón, en la presencia de Dios.

Cuando damos limosna, no debemos hacerlo para recibir elogios o reconocimiento. La verdadera caridad se realiza en silencio, sin esperar nada a cambio. De la misma manera, cuando oramos, no debemos buscar la aprobación de los demás. La verdadera oración es un diálogo íntimo con Dios, realizado en la privacidad de nuestro propio espacio.

Finalmente, cuando ayunamos, no debemos descuidar nuestra apariencia para que los demás noten nuestro sacrificio. El verdadero ayuno es un acto de renuncia personal que nos acerca más a Dios.

En resumen, este pasaje nos recuerda que nuestras acciones de piedad deben ser auténticas y realizadas por amor a Dios, no por el reconocimiento de los demás. Nos invita a vivir nuestra fe de manera auténtica y sincera, siempre conscientes de que Dios ve lo que está en nuestro corazón.

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