Lecturas de hoy 2 de julio 2023.
Primera lectura de hoy del segundo libro de los ‘Reyes 4, 8-11. 14-16a’.
Un día, mientras Eliseo pasaba por la ciudad de Sunem, una mujer noble insistió en ser invitada a cenar a su casa. Como pasó Eliseo, se fue a su casa a cenar. Una vez le dijo a su esposo: “Sé que este hombre que nos visita con tanta frecuencia es un hombre de Dios. Le construiremos una pequeña habitación en lo alto. Le preparamos una cama, una mesa, una silla y una lámpara para que se quedara allí cuando viniera a visitarnos.”
Todo esto fue hecho, y cuando Eliseo volvió a Sunem, entró en la habitación y se acostó en la cama. Entonces le dijo al jugo: “¿Qué podemos hacer por esta mujer?” ‘Le dijo El sirviente’: ‘Mira, no tiene hijos ella , ‘y es un anciano su marido’. Entonces dijo Eliseo: ‘¡Llámalo!’ La detuvo el sirviente y entonces se detuvo en la puerta tan pronto como ella llegó. Eliseo le dijo: El año que viene tendrás un hijo por esta época.
Salmo responsorial de hoy 88, 2-3. 16-17. 18-19. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dijiste: La compasión es un edificio eterno,
más que el cielo has fortalecido tu fidelidad.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
oh, Señor, caminará, a la luz de tu semblante;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
Porque tú eres su honor y su fortaleza,
y con tu favor realzas nuestro poder.
Porque el Señor es nuestro escudo,
y el Santo de Israel nuestro rey.
Segunda lectura de hoy de la carta del apóstol san Pablo a los ‘Romanos 6, 3-4. 8-11’.
Hermanos: Todos nosotros los que hemos sido unidos hacia Cristo Jesús a través del bautismo, estamos unidos hacia el hasta su muerte. En efecto, en el bautismo morimos con él, para que así como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva.
Por lo tanto, si morimos con Cristo, estamos seguros de que viviremos con él, porque sabemos que Cristo, una vez que resucitó de entre los muertos, no pudo volver a morir jamás. La muerte ya no se enseñoreaba de él, porque por la muerte murió al pecado de una vez por todas. A través de la resurrección, ahora vive para Dios. Ustedes considérense muertos hacia el pecado y también vivos para Dios en Cristo Jesús nuestro Señor.
Lectura del santo evangelio según san ‘Mateo 10, 37-42’.
En aquel tiempo Jesús dijo a los apóstoles: El que ama a su padre también a su madre más que a mí, no es digno de mí; todos los que me aman no son dignos de mí. ‘El que ama a sus hijos más que a mí’, ‘de mí no es digno’; ‘el que no toma su cruz y me sigue’, no es digno de mí. El que por mi su vida perdió, la encontrara por mi.
Los que te conseguirán me atraparán; La persona que me recibe recibe a la persona enviada a mí. Aquellos que acepten profetas recibirán profetas; Aquellos que reciban justicia y justicia recibirán una recompensa justa. Os aseguro que cualquiera que dé a estos pequeñuelos aunque sea un vaso de agua fría, como hizo mi discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa.
Reflexión sobre el Evangelio según San Mateo 10, 37-42:
En este pasaje del Evangelio, Jesús nos presenta enseñanzas profundas sobre el amor y la entrega a Dios. Él hace una declaración impactante al decir que aquel que ame a su padre, madre, hijo o hija más que a Él, no es digno de Él. En estas palabras, Jesús no está negando la importancia de los lazos familiares o las relaciones humanas, sino que nos está invitando a tener una prioridad clara en nuestra vida: poner a Dios en el centro de todo.
Amar a Dios por encima de todo significa reconocerlo como el fundamento y origen de todo amor verdadero. Nuestros afectos y vínculos familiares encuentran su sentido más profundo en el amor divino. Cuando amamos a Dios por sobre todas las cosas, nuestros amores humanos se enriquecen y se elevan, porque están inspirados por el amor divino.
Jesús también nos dice que aquel que no tome su cruz y lo siga, no es digno de Él. Aquí, la cruz representa el camino del sacrificio y la entrega total a Dios. Seguir a Jesús implica asumir las dificultades y desafíos que puedan surgir al vivir conforme a sus enseñanzas. No siempre será un camino fácil, pero es el camino que nos llevará a la plenitud del amor y la vida en Dios.
Además, Jesús nos dice que aquel que pierda su vida por Él, la encontrará. Esta paradoja invita a un desapego de las cosas mundanas y a dar nuestra vida al servicio de Dios y los demás. Al morir a nosotros mismos, renunciando a nuestro egoísmo y deseos desordenados, encontramos una vida auténtica y plena en comunión con Dios.
Jesús también destaca la importancia de la acogida y el servicio a los demás. Quien recibe a los discípulos de Jesús, los recibe a Él mismo, y quien lo recibe a Él, recibe al Padre que lo envió. La caridad y la generosidad hacia los demás son manifestaciones concretas del amor a Dios.
Finalmente, Jesús promete una recompensa a quienes acogen a los profetas y justos. Estas palabras nos invitan a estar abiertos a la palabra de Dios proclamada por aquellos que nos enseñan su verdad y a reconocer y honrar la santidad en aquellos que viven de acuerdo con la voluntad divina.
En resumen, el Evangelio de San Mateo nos recuerda que el amor a Dios debe ser el motor que guíe todas nuestras decisiones y relaciones. Al poner a Dios en el centro de nuestra vida, abrazando nuestra cruz y viviendo en servicio y acogida a los demás, encontramos el camino hacia una vida plena y la recompensa prometida por Cristo.
Que la palabra del Señor y estas reflexiones iluminen nuestro camino en este día, y nos inspiren a vivir una vida auténtica y llena de amor hacia Dios y nuestros semejantes. Amén.
