XVIII semana del Tiempo ordinario:
Lecturas de hoy 7 de agosto 2023.
Primera lectura de hoy del libro de los ‘Números 11, 4b-15’.
En ese momento los israelitas se quejaron: “¡Quién nos dio carne! ¡Del pescado que comíamos gratis en Egipto cómo nos acordamos, y también de los melones, pepinos, los puerros, ajos y cebollas! Pero viendo tanto maná, nosotros mismos” no comeremos nada. más. “. La sémola es como las semillas de cilantro y parece una resina aromática. La gente se dispersó para recogerlo.
Se molía en un molino o se molía en un mortero, luego se hervía en una olla y se convertía en un pan que sabía a pan con mantequilla. En la noche, cuando el rocío caía sobre el campamento, también caía el maná. Moisés escuchó al pueblo quejarse a las puertas de sus tiendas. Esto enfureció al Señor, y Moisés también se enojó mucho y le dijo al Señor: “¿Por qué has tratado así a tu siervo?
¿Cómo puedo hacerte infeliz y dejar que lleve a toda esta gente?” ‘¿Acaso yo concebí a este pueblo, o los parí?’, ‘que me digas’: ‘¿A este pueblo toma en brazos’, ‘como una nodriza a la criatura’, y llévalo a la tierra que he prometido con juramento a vuestros padres? ‘A dónde tengo que comprar carne yo para así repartir a toda las personas que llora y me dice’ “queremos carne”? No puedo llevar a tanta gente, es demasiado pesado para mí. Si quieres hacerme esto, quítame la vida para que no tenga que pasar por tanto dolor.”
Salmo responsorial de hoy 80, 12-13.14-15.16-17. Aclamad a Dios, nuestra fuerza.
Mi pueblo no escuchó mi voz,
Israel no quiso obedecer:
los entregué a su corazón obstinado,
para que anduviesen según sus antojos.
Aclamad a Dios, nuestra fuerza.
¡Ojalá me escuchase mi pueblo
y caminase Israel por mi camino!:
en un momento humillaría a sus enemigos
y volvería mi mano contra sus adversarios.
Aclamad a Dios, nuestra fuerza.
Los que aborrecen al Señor te adularían,
y su suerte quedarla fijada;
los alimentaría con flor de harina,
te saciaría con miel silvestre.
Lectura del santo Evangelio según san ‘Mateo 14, 13-21’.
Cuando Jesús se enteró de la muerte de Juan el Bautista, subió a una barca y se fue a un lugar remoto. Cuando la gente se enteró, lo siguieron por tierra desde la ciudad. Cuando Jesús se bajó de la barca, vio una multitud de personas, sintió pena por ellos y sanó a los enfermos. Cuando ya era tarde, sus discípulos se acercaron para decirle: “Estamos en una zona desértica y está oscureciendo. Envía gente y déjalos ir al pueblo a comprar comida. Pero Jesús contestó: ‘No es necesario que vayan’.
Dales algo de comer. Ellos replicaron: ‘No tenemos aquí no más que dos peces y cinco panes’. ” Él les dijo: “Traédmelos”. Luego pidió a la gente que se postrara en la hierba. Tomó cinco panes y dos peces, miró al cielo, los bendijo, partió los panes y se los dio a los discípulos para que los compartieran con la multitud. Estaban todos llenos, y doce cestos se llenaron de sobras y sobras. Fue comido por unas 5.000 personas, sin incluir mujeres y niños.
Reflexión del pasaje del Evangelio según San Mateo 14, 13-21:
Este pasaje nos presenta una historia llena de significado y enseñanzas profundas. Jesús, al enterarse de la muerte de Juan el Bautista, busca un lugar apartado en una barca para encontrar solace. Sin embargo, la gente lo sigue y se reúne a su alrededor. A pesar de su necesidad de espacio personal, Jesús muestra compasión hacia la multitud y cura a los enfermos que lo rodean.
Mientras avanza la tarde, los discípulos se acercan a Jesús y le indican que la gente debería ser enviada a los pueblos cercanos para conseguir comida. Sin embargo, Jesús sorprende a sus discípulos al responder que ellos mismos deben proporcionar comida a la multitud. Ante la incredulidad de los discípulos por tener solamente cinco panes y dos pescados, Jesús toma estos pocos recursos y, alzando la mirada al cielo, pronuncia una bendición sobre ellos. Luego, los parte y distribuye entre la gente. Lo asombroso es que no solo alcanza para todos, sino que sobran doce canastos de pedazos.
Este relato nos invita a reflexionar sobre varias lecciones importantes. En primer lugar, subraya la compasión de Jesús hacia aquellos que sufren y están necesitados. A pesar de su propio dolor por la muerte de Juan el Bautista, Jesús se preocupa por sanar y nutrir a la multitud. Además, la historia nos muestra cómo la generosidad y la voluntad de compartir pueden transformar una situación de escasez en una de abundancia. Jesús toma unos pocos recursos y, a través de su bendición y distribución, logra satisfacer las necesidades de miles.
La historia también nos hace reflexionar sobre la importancia de la unidad y la comunidad. Jesús reúne a la gente, crea un espacio donde todos son atendidos y alimentados. Esta idea de comunidad y compartir es fundamental en el mensaje cristiano y tiene relevancia en la lucha contra el hambre y la desigualdad en el mundo actual. El gesto de Jesús de compartir los panes y los peces también nos recuerda el valor simbólico de la comida en las tradiciones religiosas y cómo puede ser un regalo divino.
En última instancia, este pasaje nos anima a ser más como Jesús en nuestras vidas diarias, mostrando compasión, compartiendo generosamente y buscando formas de satisfacer las necesidades de aquellos que nos rodean. También nos invita a considerar cómo la gratitud y la bendición pueden transformar incluso los recursos más modestos en instrumentos de bendición y abundancia. En un mundo lleno de desafíos y desigualdades, el mensaje de este pasaje sigue siendo relevante y nos llama a actuar con amor y generosidad hacia los demás, siguiendo el ejemplo de Jesús.