Lecturas de hoy jueves 25 de agosto 2022.
Primera lectura de la carta de San Pablo a los Corintios 1, 1-9.
Yo soy, Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y Sóstenes, mi hermano colaborador, saludamos a la comunidad de la iglesia cristiana que está en Corinto. A todos ustedes, a quienes Dios santificó en Jesucristo y que son de su pueblo santo, así también como a todos aquellos que en diferente lugar invocan el nombre de Cristo, él Señor nuestro y el Señor de ellos, les anhelo la gracia y la paz que proviene de Dios, nuestro Padre, y de nuestro Cristo Jesús, el Señor.
Continuamente le agradezco a mi Dios los dones divinos que les ha otorgado a ustedes a través de Cristo Jesús, ya que por medio de él los ha enriquecido con mucha abundancia en todo lo que se relaciona la palabra y al conocimiento; porque el testimonio que brindamos de Cristo ha sido confirmado en ustedes en tal grado, que no pueden carecer de ningún don de ustedes, los que aguardan la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él los hará permanecer irreprochables hasta el fin, hasta el día de su venida de Jesucristo. Dios es quien los ha convocado al llamado a la unión con su Hijo Jesucristo, y Dios es fiel.
Salmo responsorial de hoy 144, 2-3. 4-5. 6-7. Señor por siempre Bendeciré tu nombre.
Te bendeciré, Día con día,
y sin cesar alabaré tu nombre por siempre.
El Señor es grande, es digno de toda alabanza,
su grandeza es inalcanzable.
Señor por siempre Bendeciré tu nombre.
Cada generación tus obras pondera a la otra,
y le cuenta tus proezas.
Ellos alaban la gloria de tu majestad,
y yo replico tus maravillas.
Señor por siempre Bendeciré tu nombre.
Ellos encarecen tus temibles hazañas,
y cuento tus mas grandes acciones;
divulgarán la memoria de tu inmensa bondad,
y tu justicia aclaman.
Evangelio de hoy 25 de agosto 2022
Lectura del santo evangelio según san Mateo 24, 42-51.
En aquel tiempo, Jesús les hablo a sus discípulos y dijo: “Velen y estén listos, porque ustedes no sabrán qué día va a venir su Señor. Y tengan lo por seguro que si un padre de familia conociera a qué hora va a venir un ladrón, estaría listo y vigilando y no dejaría que el ladrón se le metiera por un boquete en su hogar. Así también ustedes estén se preparados, porque a la hora en menos pensado, va a venir el Hijo del hombre.
Fíjense en un servidor que es fiel y prudente, a quien su amo lo puso como encargado de toda su servidumbre para que le brindaran oportunamente el alimento. Dichoso ese servidor, si cuando regresa su amo, lo encuentra en el cumplimiento de su deber. Y Yo les garantizo que le encargará que le administre todos sus bienes.
Pero si el servidor es alguien malvado, y pensando que su amo tardará mucho, se pone a golpear y maltratar a sus compañeros, y solo piensa en comer y beber, regresara de vuelta su amo el día menos pensado, a una hora inesperada, lo castigará muy severamente y lo hará correr con la misma suerte de los qué son hipócritas. Y entonces todo solo será llanto y desesperación’’.
Comentario del evangelio de hoy
El evangelio de hoy no dice que no permitamos que nuestro corazón se vuelva holgazán, y que no permitamos que nuestra vida espiritual se ablande hasta la mediocridad. Son nuestra oraciones las que mantienen encendida la llama de nuestra fe. Especialmente cuando sentimos que nuestro entusiasmo se va enfriando, la oración lo despierta y nos lleva de vuelta a Dios, de vuelta al centro de las cosas. La oración despierta al alma de su letargo y la enfoca en lo importante, enfocándose en el propósito de nuestra existencia.
Usar las enseñanzas de Jesús para guiar nuestras acciones requiere una vida de seguirlo y escuchar su palabra. Además, seguir a Jesús requiere que rechacemos los deseos de nuestros egos y estados emocionales y que hagamos lo correcto incluso cuando entre en conflicto con lo que queremos o sentimos que es correcto. También debemos negar nuestras presiones sociales y los mensajes que recibimos de los demás. También debemos negar nuestras experiencias pasadas y el conocimiento que hemos obtenido de otros a lo largo del tiempo. En resumen, seguir a Jesús requiere que seamos completamente abnegados, incluso hasta el punto de la muerte. Debemos rendir nuestras vidas a Dios y gastarlas haciendo Su voluntad.