Lecturas de hoy 24 de mayo 2023.
Primera lectura de hoy del libro de los Hechos de los apóstoles 20, 28-38.
En ese momento, Pablo les dijo a los ancianos de la comunidad cristiana de Éfeso: “Cuidaos de vosotros mismos y de todos los rebaños, sobre los cuales el Espíritu Santo os ha puesto para apacentar la iglesia que Dios ha ganado con la sangre de su Hijo. Sé que después de mi partida habrá entre vosotros lobos feroces que no perdonarán al rebaño, y sé que habrá entre vosotros algunos que predicaran enseñanzas injustas y arrastrarán a los creyentes. Así que presta atención. Recordad que durante tres años os he aconsejado a cada uno de vosotros con lágrimas en los ojos día y noche.
Ahora te encomiendo a Dios ya su palabra de salvación, que tiene el poder de crecer espiritualmente y recibir la herencia prometida de todos los que son devotos de Dios. No codicio ropa de plata ni de oro para nadie. Sabes bien que me he ganado todo lo que necesito para mí y mis semejantes. ‘Les he enseñado que debéis trabajar así’, ‘ayudar a los que lo necesitan’, ‘recordar las palabras del Señor Jesús’: “Es más gozoso dar que recibir”. Mientras hablaba, se arrodilló y oró con todos. Todos empiezan a llorar, a abrazar y besar a Pablo, y lo más triste es cuando les dice que no lo volverán a ver. Todos lo siguieron hasta el barco.
Salmo responsorial de hoy 67, 29-30. 33-35a. 35bc y 36d. Reyes de la tierra, cantad a Dios.
Oh, Dios, despliega tu poder,
oh, Dios, tu poder, que actúa en favor nuestro.
A tu templo de Jerusalén
traigan los reyes su tributo.
Reyes de la tierra, cantad a Dios.
Reyes de la tierra, cantad a Dios,
tocad para el Señor, tocad para Dios,
que progresa por los cielos, los cielos antiquísimos;
que lanza su voz, su voz poderosa.
«Reconoced el poder de Dios».
Reyes de la tierra, cantad a Dios.
Sobre Israel resplandece su majestad,
y su poder sobre las nubes.
¡Dios sea bendito!
Lectura del santo evangelio según san ‘Juan 17, 11-19’.
En ese entonces. ‘Jesús alzo los ojos al cielo y oró’: ‘y dijo’ ‘Padre Santo’, ‘en tu nombre guárdalos’, a los que me has dado, para que sean solo uno, como nosotros. El pueblo que me diste en tu nombre para cuidar mientras estaba con ellos, y yo los vigilaba; ninguno de ellos se perdió, excepto el que tenía que perderse para que se cumpliera la Escritura. Pero ahora que estoy aquí contigo, quiero expresarte estas cosas mientras todavía estoy en el mundo para que me llenen completamente de alegría.
Porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo, el mundo los odia a pesar de que yo les he dado tu palabra. Sin embargo, te pido que los liberes del mal, no los quites del mundo. ‘No son del mundo’, ‘como también yo soy del mundo’. La verdad debe santificarlos. Tu palabra es cierta. Los envío al mundo de la misma manera que tú me enviaste. Yo me santifico por ellos para que ellos también sean santos en la verdad.
Reflexión del Evangelio según san Juan 17, 11-19:
La lectura del Santo Evangelio según san Juan 17, 11-19 nos invita a reflexionar sobre la unidad y la protección divina que Jesús pide para sus discípulos. Jesús dirige su mirada al cielo y clama al Padre santo, rogándole que cuide en Su nombre a aquellos que le ha dado, para que sean uno, tal como Él y el Padre son uno. Durante su presencia terrenal, Jesús velaba por sus discípulos y ninguno se perdió, excepto aquel que debía cumplir el destino marcado por la Escritura.
Sin embargo, ahora Jesús se dirige al Padre y, mientras aún está en el mundo, habla estas palabras para que su gozo se complete en sus discípulos. Él les ha entregado la palabra del Padre, pero el mundo los odia porque no pertenecen al mundo, al igual que Jesús no pertenece al mundo. Jesús no les pide al Padre que los saque del mundo, sino que los libre del mal. Sus discípulos son distintos, separados del mundo, como Jesús lo es.
Jesús hace una petición especial al Padre: santificarlos en la verdad. La palabra del Padre es la verdad. Así como el Padre envió a Jesús al mundo, Jesús también envía a sus discípulos al mundo. Él se santifica a sí mismo por ellos, para que ellos también sean santificados en la verdad.
En esta reflexión, encontramos la importancia de la unidad entre los discípulos de Jesús y de la protección divina en medio del mundo hostil. El mensaje de Jesús trasciende las barreras terrenales y nos invita a ser diferentes, a no conformarnos con los patrones del mundo, sino a vivir santificados en la verdad. La palabra de Dios es la guía que nos santifica y nos envía al mundo para ser testigos de Su amor y Su verdad.