“Espíritu Santo, creo en ti, espero en ti, te amo. Sólo tú mereces la adoración del corazón humano y sólo ante ti debo postrarme. Sólo tú eres el Señor, glorioso, con una hermosura que ni siquiera se puede imaginar. Por eso Señor, no permitas que yo adore cualquier cosa como si fuera un dios, porque ningún ser y nada de este mundo vale tanto.
Permíteme enseñarte lo que realmente merece adoración. En tus manos deposito mi fe, mi esperanza, mi amor. Que mi corazón se llene de tu luz divina, alejando toda adoración falsa. Tu gloria brilla con un resplandor único y eterno. Guíame siempre por tu sendero de verdad y pureza espiritual.
Te reconozco a ti como dueño, Señor de mi vida. No permitas que pierda la serenidad y la alegría por cosas que no valen tanto.
Sólo abandonándome a ti podré sanar mis angustias, sabiendo que nada de este mundo es absoluto.
Señor mío, dame un corazón humilde y libre, que no esté atado a las vanidades, reconocimientos, aplausos. Dame un corazón simple que sea capaz de darlo todo, pero dejándote a ti la gloria y el honor.
Espíritu Santo, en tu presencia encuentro paz y consuelo. Me entrego a ti con humildad y gratitud, reconociendo tu poder y tu amor incondicional. Permíteme seguir tu luz y guía en cada paso que doy, confiando en tu voluntad perfecta para mi vida. En medio de las adversidades, encuentro refugio en tu fortaleza y esperanza en tu promesa de amor eterno. Que mi fe en ti sea inquebrantable, y mi amor por ti sea mi mayor anhelo. Confió en que tu amor transformará cada aspecto de mi ser, renovando mi mente y mi espíritu en tu gracia infinita. En tus manos deposito mis sueños, mis temores y mis alegrías, sabiendo que Tú estás siempre presente, obrando para mi bien. Concede, Señor, que mi vida sea un reflejo de tu amor y mis acciones sean guiadas por tu Espíritu Santo. Amén.
Dame ese desprendimiento Espíritu Santo, libérame del orgullo, para que pueda trabajar buscando tu gloria.
Ven Espíritu Santo, para que pueda proclamar a Jesús como único Señor y dueño de todas mis cosas, de todo lo que vivo, de todo lo que soy y de todo mi futuro.
Ven Espíritu Santo.
Amén.”