Claudio de la Colombiere nació en Lyon, Francia en 1641. Proveniente de una familia muy piadosa y rica, al principio tenía miedo de unirse a una comunidad religiosa. Pero lo enviaron a una escuela dirigida por jesuitas, imbuido de entusiasmo por la comunidad, y le pidieron que se hiciera jesuita. Fue aceptado y aprendiz en la ciudad de Aviñón y enseñó en la misma ciudad durante muchos años. Claudio de la Colombiere, desde muy joven, experimentó la conversión. En 1608 respondió a la llamada del Evangelio e ingresó en la Compañía de Jesús.
La etapa de De la Colombiere como jesuita comenzó cuando aceptó una invitación para ser obispo, en Francia. La ciudad estaba situada en Bélgica, pero de la Colombiere la consideraba su diócesis porque estaba en suelo francés. También sabía que Dios le había llamado allí específicamente por su proximidad a París, la capital eclesiástica. En esta era postjesuita, no debemos olvidar a de la Colombiere, que pronto entrará en la santidad y al que aún le quedan muchos años en la tierra. Su vida nos ha inspirado a seguir a Cristo incluso cuando nuestras circunstancias no parecen poder mejorar. – ¿Qué tiene en común contigo San Claudio de la Colombiere?
¿Qué nos estimula?
Si ha respondido que era jesuita, está en lo cierto. En realidad, lo principal que nos estimula como católicos son la llamada a la conversión y la llamada al apostolado. Todos necesitamos convertirnos y, en nuestro caso, puede ser un proceso lento, difícil y a veces infructuoso. Pero, perseverando en la Fe, podemos crecer en santidad y alcanzar gracias celestiales como la gracia santificante y la vida eterna.
¿Qué tiene en común contigo San Claudio de la Colombiere?
Lo principal que tenemos en común con San Claudio de la Colombiere es el amor de Dios, que todos tenemos pero que él estaba llamado a experimentar. Además, muchos de nosotros estamos llamados a entrar en la Compañía de Jesús, que es la primera orden religiosa católica. Compartimos también con él este deseo de servir a Dios de una manera muy especial.
Su mensaje para hoy
Hoy quiero hablaros de la perseverancia ante las dificultades. A menudo pensamos que no hay manera de resolver los problemas, que las dificultades son insuperables y que no hay forma de salir de ellas. Sin embargo, no es así. La perseverancia ante las dificultades es nuestro camino de vuelta a Dios.
Las cosas más difíciles de la vida son siempre las que necesitan más perseverancia. Esto nos ocurre cuando somos llamados a entregar nuestra vida a Dios, cuando tomamos la decisión de seguir a Jesús y aceptar su misión en nuestro nombre. Cuando hacemos constantemente lo posible por perseverar, estamos en el buen camino y demostramos que seguimos a Dios.
Por qué es aclamado Santo del Día
Como ya he dicho, la perseverancia es la base de todas las virtudes cristianas. Es lo que hizo santo a San Claudio de la Colombiere y le ayudó a ser conocido como “el santo del día”. Hay muchas razones para ello, pero la más importante es su obediencia al impulso de su corazón: fue llamado a ser obispo e hizo lo que debía hacer.
Esto es lo que hizo de San Claudio de la Colombiere un santo: fue un hombre llamado por Dios a realizar una gran obra y la realizó. Fue beatificado el 16 de junio de 1929 por el Papa Pío XI2 y por el Papa S. Juan Pablo II 31 de mayo de 1992. Su memoria cae el 15 de febrero.
Conclusión
El camino hacia la santidad es largo y difícil. Está lleno de sufrimientos, pruebas y cruces. Pero también está lleno de alegría, especialmente cuando uno es llamado a servir a Dios de una manera especial. El camino es largo, pero la recompensa merece la pena. Sólo tenemos que perseverar y seguir a nuestro corazón, que nos conduce al santo que Dios nos llama a ser. Esperemos que San Claudio de la Colombiere sea nuestro ejemplo de perseverancia.
Que enriquezca nuestras vidas y nos haga crecer en el amor de Jesucristo. San Claudio de la Colombiere, SSC, fue un jesuita francés que, muy joven, experimentó la conversión. En 1608 respondió a la llamada del Evangelio e ingresó en la Compañía de Jesús. Más tarde fue obispo. Su vida nos ha inspirado a seguir a Cristo incluso cuando nuestras circunstancias parecen no poder mejorar.
