San Juan Bautista, una figura venerada en la tradición cristiana, es conocido por su papel crucial como precursor de Jesucristo. Su vida y sus obras han sido fuente de inspiración y devoción para millones de fieles a lo largo de los siglos. En esta oración, se destaca su misión de anunciar la venida del reino de Cristo y se implora su guía hacia la justicia y la paz, así como la obtención de la compasión y el perdón del Señor.
San Juan Bautista es exaltado como el mayor de los santos, un poderoso príncipe celestial y un fervoroso intercesor ante Dios. Esta plegaria también busca su ayuda en momentos de desesperación, pidiendo su valioso auxilio para superar penas y miserias, y solicitando la intervención divina para obtener los favores necesarios. Con un profundo sentido de fe y devoción, esta oración a San Juan Bautista refleja la esperanza y la confianza en su intercesión poderosa y benevolente.
La Oración a San Juan Bautista para peticiones:
Oh San Juan Bautista,
tu fuiste escogido para anunciar a los hombres
la venida del reino de Cristo,
que nuestros pasos guíes por las sendas de la justicia y la paz,
y alcánzanos del Señor su compasión y perdón.
Gloriosísimo San Juan Bautista,
precursor de mi Señor Jesucristo,
lucero hermoso del mejor sol,
trompeta del Cielo,
voz del verbo eterno,
consígueme del Señor su benevolencia y bendición.
Tú que eres San Juan Bautista,
el mayor de los santos
y alférez del Rey de la Gloria,
que eres más hijo de la gracia que de la creación,
y por todas las razones
príncipe poderosísimo en el Cielo,
consígueme la clemencia y protección del Señor .
Glorioso San Juan Bautista,
hoy en mi desespero te ruego
que me ayudes en estos duros momentos,
necesito tu valioso auxilio
para solucionar mis penas y miserias,
y ante el Señor intercede para que me conceda:
(aquí dices lo que se necesita conseguir)
Te suplico mártir invencible que no desoigas mis pesares
y por las concesión con que Dios te enriqueció
consigue que mi suplica sea atendido lo antes posible
si fuere conveniente para mi salvación;
y si no, una perfecta resignación,
con abundante gracia,
que haciéndome amigo de Dios,
me asegure las felicidades por siempre de la Gloria.
Amén.